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ISSN 1989-4163

NUMERO 15 - SEPTIEMBRE 2010

Voluntad de Exterminio

Juan Planas

Sí. Aunque algunos lo ignoren –o lo nieguen, como hacen los nacionalistas, Esquerra, PSM, PSIB o, incluso, algunos sectores del PP, muy celosos ellos de que otros husmeen en nuestras pocilgas privadas- lo cierto es que a los EEUU, aunque sólo sea por ser la segunda nación, después de México y por sobre España, donde más hispanoparlantes existen, no se les puede negar que algún derecho –y no menor- les asiste a la hora de poder valorar la situación del español –o del castellano, que tanto me da- en las Islas. No en vano, suya es la polémica traducción al spanglish del Quijote de Cervantes, convirtiéndolo en un trabalenguas cultural de dudoso gusto pero muy audaz ingenio. Empieza así: «In un placete de La Mancha of which nombre no quiero remembrearme, vivía, not so long ago, uno de esos gentlemen who always tienen una lanza in the rack, una buckler antigua, a skinny caballo y un grayhound para el chase». Más claro, agua.

A mí el spanglish –y lo digo con todo el respeto, gravedad e ironía posibles- me recuerda al inefable castellorquín de tantos y tantos mallorquines -con el Presidente Antich a la cabeza- cuando nos llega la hora difícil, pero solemne, de hablar en público y dejar constancia de nuestra compleja idiosincrasia, del todo híbrida, contaminada, mixta y, desde luego, bilingüe. Lo veo, pues, como una señal de identidad propia, tal como el acento andaluz de los andaluces, el solfeo rancio de los manchegos o, también, el deje musical y casi lascivo de los canarios. Hay un castellano –o un español, que tanto me da- para todos, con sus peculiaridades y exotismos, sus métricas resbaladizas y sus acordes medio rotos y quizá escaldados, su gramática colgando de las greñas de un tupé y su letra herida desde el pozo sin fondo de los siglos hasta nuestros días y mucho más allá, por supuesto.

Con todo, las críticas del Departamento de Estado americano se quedan cortas. Aquí no se vulneran los derechos de los castellanoparlantes; aquí, directamente, se nos impide utilizar una lengua, de las dos que tenemos, en las relaciones, por ejemplo, con la Administración. Aquí no hay quién estudie en castellano. Aquí no existes para la UIB ni para el mundo del arte ni para liturgia bastarda de las subvenciones, que llaman culturales y son sólo lingüísticas, si no hablas en catalán puro y duro. Aquí no hay discriminación, sino exterminio. Zerstörung.

Exterminio

 

 

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